domingo, 21 de dezembro de 2014

La identidad brasileña, algunos rasgos

La identidad brasileña, algunos rasgos
           
            A partir de la investigación realizada sobre los dos momentos históricos planteados en este trabajo, podemos identificar ciertos elementos comunes que se han ido manteniendo a lo largo de la historia de Brasil. Contrariamente a lo señalado por Mario de Andrade en Macunaíma, en la actualidad encontramos a un brasileño lleno de carácter, forjado a lo largo de la historia, y por sobre todo a lo largo del siglo XX, momento en que a partir del lenguaje artístico surge un importante cambio en la cultura nacional brasileña, surge entonces la convicción de ser portadores de un valor estético en sí mismo, de su eterna distancia con la cultura portuguesa desde el punto de vista de lo cotidiano. Brasil, pese a mantener un nivel altísimo de desigualdad social, mantiene expresiones artísticas de una alegría inconmensurable, sin ir más lejos, el Carnaval de Río de Janeiro es la fiesta “mais grande do mundo”, además de constituirse en prueba flagrante del enorme paganismo de la cultura brasileña, se trata de un país donde la síntesis cultural es un valor, alcanzando un potente lenguaje en permanente autoconstrucción y dinamismo.
            Desde la raíz indígena podemos apreciar algunos rasgos que nos dan muestra de un Brasil virgen e indómito, carente de estructuras sociales elaboradas, fundamentado en el dominio territorial. Dichas características fueron las que dificultaron enormemente el proceso de conquista, situación que derivó en la implantación de esclavitud negra proveniente de África, en otro factor de síntesis cultural significativo (y por cierto digno de abordar en un estudio más acabado). Por otra parte, la corona portuguesa impuso un régimen feudal carente de un ordenamiento institucional y jurídico que propiciara el desarrollo de una región tan vasta. Dicho sistema propició la instauración de una desigualdad social permanente e incuestionable que se perpetuó a lo largo de los siglos a través de una oligarquía blanca dominante que ocupa los sitiales de privilegio en la sociedad brasileña, relegando a la población negra e indígena a una posición de enorme desventaja social. Pese a esto, el carácter pletórico de vida, el sentido de rebelarse ante la adversidad y la capacidad para transfigurar la significación de señales culturales impuestas en nuevas expresiones con un carácter local han fortalecido la identidad del pueblo brasileño.
            Si bien el catolicismo adquirió un protagonismo inusitado en América Latina, no es menos cierto que la adopción, la adaptación y la transformación de un fenómeno ha sido también la constante. Por una parte, el catolicismo ha debido adaptarse a las prácticas paganas, y por otra tenemos la subsistencia de credos ancestrales, donde destaca la figura de los orixas, antepasados venerados y supuestamente presentes en dimensiones paralelas. El imaginario colectivo brasileño crece cada día con la constante retroalimentación de su cultura a partir del nacimiento de una tradición que durante el siglo veinte que se funda en su propia contradicción, y que encuentra respuesta a su conflicto precisamente en la confluencia de diversas fuentes culturales, con un énfasis importante en lo tradicional. Un ejemplo claro de esto es la Música Popular Brasileña, instituida como movimiento más que como expresión artística indefinida, la llamada MPB se funda a sí misma a partir de su propio redescubrimiento, influenciando músicos de todas las latitudes con su riqueza rítmica y armónica, desarrollando un lenguaje de una complejidad muy particular a partir de los años sesenta: mientras The Beatles tocaban en la azotea de Apple Records  con acordes triádicos en posiciones fundamentales, Joao Gilberto desarrollaba una nueva forma de tocar la guitarra, fundamentado en el desarrollo de la rítmica local, con armonías con dos y hasta tres notas agregadas, generando atmósferas nunca antes exploradas[15], procedimiento adoptado más tarde por experimentados músicos de Jazz, entre los que contamos a Stan Getz, quien llegó a Brasil para grabar precisamente con Joao Gilberto. Desde ahí, la tradición musical brasileña inicia un desarrollo inusitado, con músicos como Toquinho, Chico Buarque, Caetano Veloso, Gilberto Gil[16], han desarrollado cada uno en su época una expresión de la cultura brasileña cargada de identidad y autoconstrucción, convirtiéndose en referentes fundamentales para las nuevas generaciones de ciudadanos brasileños y creadores que  sabrán encontrar con facilidad sus propios referentes de identificación para continuar alimentando su propia tradición.
http://davidgmiranda.blogspot.com.br/2010/12/origen-y-representacion-de-la-identidad.html

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